Este texto no es propiamente una novela, y si lo fuera, ciertamente lo sería de un modo muy especial; en realidad creo que es mejor calificarlo de cuento, más que de novela. Texto pleno de metáforas y de imágenes bellísimas, con un contrapunto cargado de amargura, suavizada por un humor hilarante, aunque muy ácido.
Lo que se nos cuenta en estas páginas es un recorrido doble: físico y mental, real e imaginario. No en balde se recurre a Alicia y sus maravillas para el título. Porque el autor se mueve entre esos dos mundos, pasando constantemente a uno y otro lado del espejo con una prosa maravillosa y poética, a veces, y desmesurada, hilarante y esperpéntica, otras. LEER MÁS
Entre la vigilia y el sueño se mueve el protagonista/narrador. Hay una Alicia, un reloj, el tiempo que marca va en direcciones contrapuestas, la lógica desaparece: la locura y la razón se alternan. Hay un invitado de honor, Robert Louis Stevenson, y tiene lugar un juicio al final, aunque no le cortan la cabeza a nadie, porque no hay ninguna Reina de Corazones que lo pida.
Isaías, el protagonista, narrador y prácticamente único pasajero de este viaje/aventura, lleva una vida rutinaria, amargada, siempre siguiendo un camino trillado. Eso los días laborables. Los días libres los disfruta paseando, vagabundeando por Madrid, su Madrid. Los paseos madrileños es un tema muy querido en la obra de Manuel Valera, y se nota el gozo que le produce ese vagar impreciso, disfrutando de un vuelo de pájaro, de un rayo de sol, de un viento moviendo las hojas en el Retiro, en fin, sintiéndose libre en su caminar sin dirección y sin tiempo fijado.
Alicia es una obsesión de Isaías, como es una obsesión librarse de la tortura que implica la rutina de su trabajo. Pero mientras soñar con Alicia es un dulce y placentero sueño, el trabajo le quita el sueño y más bien le produce pesadillas. Tras una primera parte muy poética, plena de fantasía y crudo realismo a ratos, siempre en pos de una Alicia que cree real, el texto da un giro radical en la segunda parte: Isaías parece haber traspuesto la línea de la cordura y entrado en el reino de Alicia: descubre que la libertad consiste en abandonar todo lo que le rodea y buscar ese Jardín que Alicia le ha hecho entrever en sus sueños. El juicio que tiene lugar al final es una parodia delirante del juicio del cuento.
Disparatado, esperpéntico, el conjunto compone un canto libertario a la vida. Prosa y temas muy típicos de este escritor y poeta, que casi podríamos decir que el libro es él mismo, con ese estilo tan peculiar de querer la luna sin poder despegar los pies del suelo para alcanzarla.
La portada y las diversas ilustraciones interiores, a cargo de José A. García, se decantan por dar un toque de cómic para acompañar el texto. Influenciadas, eso sí, por los propios dibujos con los que John Tenniel decoró el texto de Carroll.
Manuel Valera, (Córdoba, 1976) Licenciado en Ciencias de la Información, rama de Periodismo, por la Universidad Complutense de Madrid y estudiante del Grado de Física, ha pasado por cuantos medios se han inventado hasta ahora: prensa escrita, radio, televisión y publicaciones en la web. Después de coquetear con el periodismo deportivo, trabajó escribiendo guiones para el matinal de humor y actualidad La Monda, de Europa FM. Ha sido hombre del tiempo en Canal Málaga, director de la publicación mensual The Bridge Times, guionista del programa infantil Comecaminos en Clan TV y coordinador de guión de los magacines Las Mañanas de Cuatro (presentado por Concha García Campoy) y La Mañana de la 1 (con Mariló Montero como capitana) y ha escrito columnas de temática variada para LaRevelacion.com.
Su primera publicación es Futbolia (Kailas, 2006), un ensayo donde conviven fútbol y filosofía, escrito junto a José Machado. Javier Baonza, de Ediciones Evohé, se atreve a publicar El gato sobre la cacerola de leche hirviendo (2008). En 2011 se publica El fin de la crisis. También en 2011, Ediciones Evohé le publica la novela Alexandria.0.
Ariodante
Lo que se nos cuenta en estas páginas es un recorrido doble: físico y mental, real e imaginario. No en balde se recurre a Alicia y sus maravillas para el título. Porque el autor se mueve entre esos dos mundos, pasando constantemente a uno y otro lado del espejo con una prosa maravillosa y poética, a veces, y desmesurada, hilarante y esperpéntica, otras. LEER MÁS
Entre la vigilia y el sueño se mueve el protagonista/narrador. Hay una Alicia, un reloj, el tiempo que marca va en direcciones contrapuestas, la lógica desaparece: la locura y la razón se alternan. Hay un invitado de honor, Robert Louis Stevenson, y tiene lugar un juicio al final, aunque no le cortan la cabeza a nadie, porque no hay ninguna Reina de Corazones que lo pida.
Isaías, el protagonista, narrador y prácticamente único pasajero de este viaje/aventura, lleva una vida rutinaria, amargada, siempre siguiendo un camino trillado. Eso los días laborables. Los días libres los disfruta paseando, vagabundeando por Madrid, su Madrid. Los paseos madrileños es un tema muy querido en la obra de Manuel Valera, y se nota el gozo que le produce ese vagar impreciso, disfrutando de un vuelo de pájaro, de un rayo de sol, de un viento moviendo las hojas en el Retiro, en fin, sintiéndose libre en su caminar sin dirección y sin tiempo fijado.
Alicia es una obsesión de Isaías, como es una obsesión librarse de la tortura que implica la rutina de su trabajo. Pero mientras soñar con Alicia es un dulce y placentero sueño, el trabajo le quita el sueño y más bien le produce pesadillas. Tras una primera parte muy poética, plena de fantasía y crudo realismo a ratos, siempre en pos de una Alicia que cree real, el texto da un giro radical en la segunda parte: Isaías parece haber traspuesto la línea de la cordura y entrado en el reino de Alicia: descubre que la libertad consiste en abandonar todo lo que le rodea y buscar ese Jardín que Alicia le ha hecho entrever en sus sueños. El juicio que tiene lugar al final es una parodia delirante del juicio del cuento.
Disparatado, esperpéntico, el conjunto compone un canto libertario a la vida. Prosa y temas muy típicos de este escritor y poeta, que casi podríamos decir que el libro es él mismo, con ese estilo tan peculiar de querer la luna sin poder despegar los pies del suelo para alcanzarla.
La portada y las diversas ilustraciones interiores, a cargo de José A. García, se decantan por dar un toque de cómic para acompañar el texto. Influenciadas, eso sí, por los propios dibujos con los que John Tenniel decoró el texto de Carroll.
Manuel Valera, (Córdoba, 1976) Licenciado en Ciencias de la Información, rama de Periodismo, por la Universidad Complutense de Madrid y estudiante del Grado de Física, ha pasado por cuantos medios se han inventado hasta ahora: prensa escrita, radio, televisión y publicaciones en la web. Después de coquetear con el periodismo deportivo, trabajó escribiendo guiones para el matinal de humor y actualidad La Monda, de Europa FM. Ha sido hombre del tiempo en Canal Málaga, director de la publicación mensual The Bridge Times, guionista del programa infantil Comecaminos en Clan TV y coordinador de guión de los magacines Las Mañanas de Cuatro (presentado por Concha García Campoy) y La Mañana de la 1 (con Mariló Montero como capitana) y ha escrito columnas de temática variada para LaRevelacion.com.
Su primera publicación es Futbolia (Kailas, 2006), un ensayo donde conviven fútbol y filosofía, escrito junto a José Machado. Javier Baonza, de Ediciones Evohé, se atreve a publicar El gato sobre la cacerola de leche hirviendo (2008). En 2011 se publica El fin de la crisis. También en 2011, Ediciones Evohé le publica la novela Alexandria.0.
Ariodante
FICHA DEL LIBRO
Título: La última maravilla de Alicia | Autor: Manuel Valera | Editorial: Evohé | Páginas: 152 | Precio : 12,90€ | Reseñado por Ariodante
Comentarios