Tres poetas de sus vidas - Stefan Zweig

70 aniversario de la muerte de Stefan Zweig
Tres poetas de sus vidas, publicada por Zweig en 1932, agrupa tres ensayos sobre las vidas de Casanova, Tolstoi y Stendhal. En este caso, nos ocuparemos sólo de los dos primeros. Agrupar a estos tres escritores tiene como razón de ser el común interés por la propia realidad interior, en el propio yo. Por tanto, toda la obra de estos autores refleja más o menos directamente la propia identidad, su naturaleza más íntima. Son autobiográficos por excelencia. Y en el sustancioso prólogo que anticipa los tres ensayos, Zweig diserta sobre el concepto de autobiografía, ese anhelo de perpetuación, sus peligros y sus problemas. En suma, reflexiona sobre la memoria. «Gran osadía se necesita- nos dice Zweig- para marchar por ese sendero tortuoso y resbaladizo que, bordeando nuestros propios abismos, va descendiendo por entre olvidos voluntarios, propios engaños y mentiras, hasta la última soledad: esa soledad consigo mismo donde, como en el Fausto, se ciernen inmóviles, sin vida, las imágenes de la propia existencia, símbolos ya tan sólo de una vida que fue». LEER MÁS

Al tratar de recordar nuestra vida pasada, nos vemos tentados a recordarnos no como realmente fuimos, sino como queremos ser vistos o como quisiéramos haber sido. Y contra ese autoengaño, nos avisa Zweig, no hay defensa perfecta. Ante esta tentación, algunos tienden a hacer grandes confesiones que suelen ocultar algo inconfesable. Tolstoi, por ejemplo, en sus memorias se autoproclama ladrón, perdulario, crapuloso y mujeriego; sin embargo, oculta que ninguneó a Dostoievski, evitando prestarle ayuda cuando tan apurado estaba. Lógicamente, es insensato pedir una sinceridad absoluta; la memoria es un torrente escurridizo que deforma los hechos, los metaboliza, incluso aunque no intervenga nuestra voluntad ni nuestra consciencia. Nuestro universo psíquico ofrece al arte regiones desconocidas.

La visión que Zweig nos ofrece del conde Lev Nikolaievitch Tolstoi (1828-1910) es la de un gran oso literario. La vida de este gran hombre, de este inmenso escritor, discurre en tres periodos: su juventud, turbulenta, peligrosa, arriesgada, apasionada; su madurez, creativa, productiva, canalizando toda su fuerza impetuosa, su torrente vital en la literatura, plasmando su vida por medio de historias; y su vejez, donde la pasión, que continúa en este león humano, se dirige hacia la mística religiosa, hacia un amor a la humanidad, desbarrando por derroteros problemáticos, que le sitúan en un estado de guerra entre la familia y ciertos grupos que quieren aprovecharse de su genial senilidad.

Es a sí mismo a quien más teme Tolstoi: a su vitalidad, a su sensibilidad, a sus ímpetus salvajes. Salvo en sus años juveniles, donde da rienda suelta a todas sus pasiones, la vida del escritor es una lucha continua para embridar esa terrible voluptuosidad. Unas veces con el ejercicio, con la caza, y otras con una dedicación total a la literatura.

Otro elemento, muy unido al anterior, que Zweig extrae de la personalidad tolstoiana es una especie de panteísmo, una empatía, una fusión con la naturaleza: «Yo mismo soy naturaleza» afirma. «Tan grande es ese sentimiento vital como su angustia ante la muerte- nos dice Zweig- La muerte es algo completamente extraño e incomprensible para su naturaleza sana, mientras que en el hombre corriente existe algo intermedio entre la plena vida y la muerte, y ello es la enfermedad». En realidad, lo que teme no es a la propia muerte, sino al miedo que nos produce. A la muerte no podemos vencerla: pero sí podemos dominar el temor que sentimos ante ella. Aprender ese dominio le lleva años, y vierte todos sus miedos en La muerte de Iván Ilich, magistral relato.

Zweig está convencido de que no es necesario leer la autobiografía donde Tolstoi nos relata sus años jóvenes, ya que el conjunto de su propia obra literaria es la mejor biografía que se pueda hacer de su vida: el tenientillo Olennin, en Los Cosacos, el ensimismado Besuchoff de Guerra y Paz, y su hermano Lewin en Ana Karenina, el padre Sergio en la novela homónima, en fin, la inmensa sombra de Tolstoi está tras cada uno de sus personajes.

Alrededor de los cincuenta años Tolstoi sufre un desasosiego espiritual y físico. Todo artista tiene sus momentos de crisis, pero este inmenso artista siente su trance como un volcán, como siempre ha vivido su vida. A los primeros síntomas de la vejez, se asusta profundamente y se bloquea: no puede escribir y el fantasma de la muerte aletea sobre él. Deja de creer en el arte, y le surgen remordimientos y malas conciencias. Se viste de campesino, vive en una celda, trabaja la tierra con sus manos...se impregna de misticismo, de ideas cristianas primitivas y anarquistas, con las que cree defenderse del nihilismo. Su familia asiste apenada a esta transformación, y sobre todo, temerosa de su acercamiento a grupos político-religiosos que le manipulan cuando su voluntad se torna débil y quebradiza. Quiere renunciar a sus posesiones, a su riqueza y a su escritura, y su familia, que ve cómo unos desaprensivos quieren inmiscuirse en su vida y en su herencia, intenta poner un freno, con lo que surge el conflicto, sobre todo con su esposa, que no soporta esta nueva modalidad ideológica que se ha apoderado de su marido, al que ha dedicado su vida y sus trece hijos. Finaliza el ensayo con la tristemente famosa y furtiva escapada de Tolstoi («huir de la contradicción entre mi vida y mis creencias») que termina con su muerte en la estación de Astápovo, un gélido siete de noviembre de 1910.

Casanova (Venecia, 1725-Dux, 1798) representa una vida muy diferente, casi diríamos que el polo contrario. En este caso, Zweig, cuya mirada se interna más allá de una primera impresión, más allá de los tópicos con los que se conoce al dilettante y libertino veneciano, lee entre las líneas de su Histoire de ma vie y extrae sus más íntimos detalles, sabiendo que, por descontado, Casanova mejoró o noveló a su gusto sus propios recuerdos. Pero desde la muerte del veneciano hasta 1822, los manuscritos de esas Memorias desaparecen de escena, y es en este año en que son vendidos a la editorial Brockhaus, traducidos al alemán por Schütz, y se le hacen algunos “arreglos púdicos” para que el público digiera mejor aquel plato tan especiado. Una vez que la publicación ve la luz, con gran éxito, un traductor pirata, Tournachon, las traduce al francés de nuevo, con las consiguientes e inevitables variaciones. La editorial, en respuesta, las hace traducir por J. Laforgue, que censuró y varió distintos pasajes considerados moralmente perniciosos, por las referencias sexuales explícitas, o políticamente incorrectos, por las referencias religiosas. Los textos resultantes han ido saltando de un sitio a otro. Zweig no se arredra ante tal confusión, y penetra en el maremágnum de anécdotas, relatos, recuerdos, etc. que componen la vida del veneciano, y nos dice de él que «no es un genio por la forma en que narra o describe su vida, sino por el modo en que la vive. La vida de Casanova, vida tumultuosa, vida de aventurero, el cual cambia de ciudad, de país, de estado, de profesión, de mujeres y de ambiente con la misma facilidad que uno se cambia de traje». Y lo que nos destaca Zweig es la eterna disyuntiva a la que se ven abocados artistas y creadores, en general: o crean, y por tanto se encierran y se desentienden de la vida, o viven intensamente, y no tienen tiempo para crear. Casanova, sin dudarlo, opta por la segunda, con lo que sólo cuando se ve atenazado por la vejez, imposibilitado para llevar la vida intensa, y recluido entre los muros del castillo de Dux, es cuando se dedica a escribir. Pero ¿qué escribe? Sus recuerdos, para re-vivirlos con la mente, ya que el cuerpo no responde, viejo y enfermo.

No debemos, sin embargo, buscar en Casanova una fidelidad estricta a la historia. La historia de su vida es la historia de un siglo, el de las luces, y la luz de sus recuerdos nos muestra todo una pintura de la época: costumbres, fiestas, bailes, juegos, cacerías, banquetes, en fin, un teatro donde la figura central es, por supuesto, Giacomo Casanova, poeta y aventurero, genio y canalla, virtuosi y dilettante. «Casi lo es todo, pero no llega a ser nada completo». Le basta con parecerlo.

La vida de Casanova gira alrededor de dos ejes: el juego y el sexo. En cuanto al juego, el veneciano juega no para ganar, juega por el puro placer de jugar, como todo verdadero jugador, que lo que le hace vibrar es el factor imprevisto de la suerte, con su encanto y delicia. Y así, Casanova, como buen jugador, es un vividor que disfruta del presente, carpe diem, siempre en función de un único principio: su libertad. No tiene nada, no pide nada, salvo vivir, y vivir gozando de la vida plenamente

Y en cuanto al sexo, Casanova es un homo eroticus, un verdadero semental, no llega a enamorarse verdaderamente de ninguna de sus mujeres: cumple y pasa a la siguiente. Y a su vez, las mujeres no sufren con su despedida, porque el veneciano no engaña, no es el marido ideal, es sexo puro, no hay más. A diferencia de Don Juan, el otro gran amante, no es demoníaco como éste, sino que su placer irradia de su sexo, de sus glándulas, mientras que Don Juan exhibe un placer más racional, odia a la mujer y anota en su libreta cada una de sus conquistas: Mille e tre. Las víctimas de Don Juan se avergüenzan de haber caído, mientras que las amantes de Casanova le recuerdan como a un dios. Al hidalgo español le interesa haber poseído, haber seducido; a Casanova haber hecho disfrutar. Las hace felices al ser él feliz, en su éxtasis de placer.

Zweig sigue, pues, los pasos del ilustre veneciano por Europa, le ve hablando con duques y reyes, con intelectuales y con aventureros, pasando de una a otra mujer, joven o vieja, da igual, es la Mujer lo que le atrae, cualquiera, todas. Pero llega la vejez y la vida decae, se convierte en un esperpento, pierde el control y ya no puede seguir el ritmo. Y con ello Casanova pasa a vivir del recuerdo...y a la inmortalidad.

Ariodante

FICHA DEL LIBRO

Título: Tres poetas de sus vidas | Autor: Stefan Zweig | Editorial: BackList| Páginas: 336 | Precio : 20€ | Reseñado por: Ariodante |

Comentarios

Librería personal ha dicho que…
Una grandiosa obra de recreación de las vidas de estos tres grandes, tanto en sus vidas como en sus obras. Y de la sabía y generosa mano de Zweig, el viaje es aún más placentero.