Un SÍ menor y un NO mayor - George Grosz

Curioso libro, mezcla de autobiografía, memorias y opiniones sobre la vida y el arte, Un sí menor y un no mayor (1946) reúne entre sus páginas una serie de sketches: recuerdos de la infancia y el aprendizaje del artista, relaciones con los artistas y otros personajes del momento en Centroeuropa; la creación del grupo Dadá alemán y todas las locuras que se les ocurrían, muy acordes con un pensamiento anarquizante y casi diría ácrata; su paso por la guerra del 14 y el poso amargo que le dejó; su posterior iniciación política, el tormentoso viaje a Rusia ―entonces ya Unión Soviética― en 1922; otros viajes a París, y las relaciones con los artistas y escritores franceses; Refleja, con humor corrosivo, el ambiente de los años de entreguerras, a base de pinceladas, cortas o largas, blancas o negras, siempre subjetivas y saltando de una cosa a otra. Y por encima de todo, el gran salto que supuso su exilio americano, que fue iniciado por pura casualidad y luego decidido ante el deterioro de la vida política del país, con el acceso al poder por Hitler, votado por muchos de aquellos que años antes habían sido fervientes socialistas y comunistas. Al menos esa es la idea que Grosz nos quiere transmitir, y que le causó una grandísima decepción y desconfianza en las masas como tales. LEER MÁS

Dibujante, pintor e ilustrador alemán, George Grosz (Berlín 1893-1959) estudió arte en la Academia de Dresde, en la Escuela de Artes y Oficios de Berlín y en la Academia Colarossi de París (Francia). Es célebre por sus dibujos y caricaturas de enorme carga satírica y corrosiva. Las distintas series de dibujos relacionados con las condiciones de vida en la Alemania posterior a la I Guerra Mundial aparecieron en las revistas Ecce homo (1923) y Das Gesicht der herrschenden Klasse (El rostro de la clase gobernante, 1921). En 1932 emigró a Estados Unidos, nacionalizándose en 1938. Allí vivió principalmente impartiendo clases en Academias de Arte. Desde su nueva residencia americana cambió su visión de las cosas y sobre todo, de su estilo artístico, interesándose más por la pintura que por el dibujo, por el paisaje más que por las figuras, y rebajando considerablemente su nivel de criticismo. Nombrado miembro de la Academia de las Artes de Berlín oeste en 1958, regresó a su ciudad natal a comienzos del año siguiente. Murió al poco tiempo de volver.

Desde que Grosz dejó Alemania y se instaló en Nueva York, decidió romper con su pasado. Amargado y desilusionado de sus ideales anteriores, abrazó su nuevo país y la libertad que allí encontraba, libertad obviamente con sus síes y noes, con sus contrapuntos, pero libertad frente al totalitarismo que reinaba en Europa. En Alemania era conocido por su obra, y reconocido su valor, vivía cómodamente y con holgura. Sin embargo, su lápiz y su pincel eran terriblemente ácidos y virulentos. Más de una vez, este pintor de aspecto de oficinista fue denunciado por sus agresivos dibujos. En América, vivió muy modestamente, gracias sobre todo a sus clases, más que a su pintura y sus ilustraciones. En esa situación, dio un giro radical y decidió adaptarse al país que le acogía, y lo hizo gozoso, aunque a temporadas le vinieran recuerdos que inevitablemente generaban dolor y tristeza. Los largos veranos de Cape Cod, disfrutando de paisajes casi salvajes (en esa época), los inviernos en la ciudad, con sus clases y las relaciones con los emigrados europeos, le llevaron a un tipo de pintura diferente, más centrada en la naturaleza, que es la que suele acoger a los que están de vuelta, a los amargados, entre sus verdes mansiones.

No podemos, desde luego, extraer información detallada de la época, si nos fiamos sólo de estos textos, donde se mezclan impresiones subjetivas, opiniones, relatos de ficción, y opiniones sobre muchas cosas. Incluso hay aspectos que pasan absolutamente desatendidos por el autor: ausencias importantes, como las de los expresionistas, que apenas son nombrados, ni una sola vez se habla de Beckmann o de Otto Dix, que estaban precisamente en su misma línea. Sólo una vez se nombra a Munch, de los grupos secesionistas apenas se los nombra, aunque fueron algo anteriores a él, pero es una tradición de la que se tuvo que empapar. Kandinsky y Klee pasan de refilón por su memoria. Sin embargo, a Brecht le dedica varias anécdotas, a Thomas Mann también (pero no habla de sus hijos…..ni de su hermano), y a muchos otros: Kurt Schwitters, Liebermann…y no solo artistas, sino mecenas, marchands, galeristas, editores, en fin, un conjunto interesante de curiosas referencias, pero poco fiable si lo que buscásemos fuera una información detallada de la época. El viaje a la URSS es curiosísimo, toda una aventura, en algunos momentos francamente peligrosa; su breve entrevista con Lenin, Radek, Trotski, y su descarnada visión de lo que pasaba allí son ciertamente imágenes chocantes, pero no demasiado objetivas. Ahora bien, lo que sí encontramos es un espíritu, una sensación vital, encontramos el alma de un artista que se ilusionó, se entusiasmó y se encontró con que las cosas no eran como pensaba o como quería que fueran, frustrando sus ideales y llevándole a negar su propio pasado. El Grosz que conocemos y admiramos, el dibujante de línea feroz y violenta sátira murió al salir de Alemania: como murió la Alemania en la que se necesitaba pagar millones de marcos por una barra de pan.

La cuidada edición de Capitán Swing, además de una interesante introducción de A. Domènech, incluye una serie de fotografías del artista y sus amigos, algunas muy divertidas. Libro atractivo para los amantes del arte y para los lectores en general.

Ariodante

FICHA DEL LIBRO


Título: Un SÍ menor y un NO mayor | Autor: George Grosz | Editorial: Capitán Swing | Páginas: 384 | Precio : 20,50€ | Reseñado por Ariodante

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