Absolución de Luis Landero

Quienes esperábamos ansiosos la llegada a las librerías de la nueva novela de Luis Landero –cualquiera que haya leído sus Juegos de la edad tardía entenderá tan gozosa impaciencia- sentimos cierto repelús cuando, hace unas semanas, reseñas y notas de prensa la presentaban en sociedad comprimida en la vitola de  “novela sobre la felicidad”. Temíamos que el de Alburquerque, quizá también acuciado por la crisis, se hubiese escorado hacia la rentable literatura de autoayuda. Y es que, si algo resulta imposible con las historias de Landero, es precisamente eso, la imposibilidad de sintetizarlas en un solo sintagma. LEER MÁS

     Una vez rebasada la sospechosa primera frase del libro: “¿Será posible que, al fin, hayas logrado ser feliz?”, los fans respiramos tranquilos. Identificamos enseguida al admirable Landero que conocemos. Y no, tampoco es sobre la felicidad mayúscula de lo que trata esta novela, sino de la aparente ineptitud de Lino, el protagonista, para hallar acomodo en ella por su malsana propensión al tedio.

    Lino ha sido siempre un joven solitario, con el alma huidiza del río de Heráclito que a un tiempo ansía permanecer y mutar, una de esas personas que temen estarse quietas en una opción por si la vida real que el destino pudiera reservarles estuviese transcurriendo en otra parte. El lector conoce a Lino cuando éste parece haber domeñado por fin a su fugitivo interior y se aviene a la placidez de lo sencillo, a la “humilde perseverancia de las cosas”. Se encuentra en el que parece ser el mejor momento de su vida: tiene un buen empleo, está a punto de casarse con la adorable Clara y de partir en viaje de novios hacia Australia, la tierra de promisión de sus ensoñaciones juveniles a la que estuvo a punto de emigrar cuando era un muchacho antes de que la contingencia (una de las dos o tres palabras mágicas de la novela) se interpusiera en sus planes.

Pero, como advierte el narrador desde las primeras páginas, “los dioses de la superstición suelen tener por ley que cuando todo es perfecto es porque algún mal viene ya en camino”. Efectivamente una nueva contingencia aguarda a Lino, la cual no tendremos el mal gusto de destripar para no arruinar la lectura de esta novela formidable. Baste saber que la casualidad se desborda, brindando finalmente a Lino la oportunidad de ser verdadero fugitivo de facto. Se generan situaciones insólitas sobre las cuales va cayendo una fina lluvia de cavilaciones sobre el difícil arte de saber vivir sin pedirle a la vida más de lo que ésta puede dar de sí, huyendo de tramposos cantos de sirena que invariablemente encallan en la decepción. Más sabia parece la actitud estoica que trata de enfundarse Lino, la de precaverse contra la ilusión, la de ir “derrotado de antemano”.

No falta el exquisito sentido del humor a que nos tiene acostumbrados Landero. Quizá sea el padre de Lino, felicísimo intoxicado por el aceite de colza, el personaje sobre el que el autor se despacha más a gusto. Uno terminael libro sin que se le desvanezca la sonrisa al rememorar un par de comentarios de este individuo genial. Memorables asimismo  el señor Levin, o Gálvez y Olmedo, dos lúcidos pirados estos últimos que filosofan sobre cualquier cosa que se les ponga a tiro. Y esta reseña quedaría sin duda alicorta sin una mención a Comediante, el perro de Olmedo, una animal tan listo que sólo puede haber sido copiado del natural.

Más allá de algunos espléndidos pasajes sobre la literatura como salvavidas, la novela toda es un homenaje al oficio de escribir y al gozo de leer, dos sedes de un mismo paraíso.

LALE GONZÁLEZ-COTTA

FICHA DEL LIBRO

Título: Absolución | Autor: Luis Landero | Editorial: Tusquets| Precio: 19€ | Páginas: 320 | Reseñado por Lale González-Cotta

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