La mirada de Saturno de Guillermo Galván

Un buen título es aquel que engloba la esencia del texto al que precede. Puede hacerlo de manera con una larga y detallada explicación, o por el contrario, concentrarse en pocas palabras, capaces de motivar distintas lecturas. Este es el caso de La mirada de Saturno, novela publicada por primera vez en 1998 y galardonada con el premio Tiflos en 1999 y ahora, en edición revisada, se publica por cuarta vez, tras las ediciones de la ONCE, Brand y Booket, y por vez primera en formato e-book, de la mano de Evohé Ediciones. LEER MÁS

Saturno es el equivalente romano del Cronos griego, el dios que simboliza el Tiempo. ¿Algún concepto ha generado tantas interpretaciones, sugerido tantos mitos, provocado tantas metáforas o poemas como el del Tiempo? Saturno devorando a sus hijos, Zeus atacando a Cronos, haciéndole vomitar a los hijos devorados, desterrándole al Tartaro. La eterna tensión hijo-padre, la sustitución de unas generaciones por otras: El Tiempo, la Memoria, el Recuerdo…Y también la mirada. Los ojos como un arma, ojos que pueden expresar amor, miedo, odio, ira, la mirada de la Medusa mataba, según el mito griego. Y Perseo, dicen, usó el espejo de su pulido escudo para que el reflejo de los letales ojos de Medusa causaran la muerte del propio monstruo.

En esta novela, La Mirada de Saturno refiere, además, a un objeto de usos oscuros y legendarios, un objeto de culto, de poderes inimaginables, algo así como el anillo de Tolkien, que se transmite a lo largo de generaciones, se pierde entre las nieblas de la historia y es buscado por distintos caminos y con diversas intenciones, en general todas poco sanas y razonables.

Aunque el noventa por ciento de la narración ocurre en 1975, entre Madrid, Segovia y París, con algunos excursos a 1936 o a los años sesenta, hay tres capítulos que el autor introduce dando un barniz ancestral a la historia. Un primer capítulo a modo de explicación de cómo llega el misterioso objeto a Somosierra, otro capítulo sobre el Kabisuaar celtibérico, y el tercero sobre La Mirada de Sobek, el dios cocodrilo, en la Tebtunis egipcia. Estos excursos no los considero imprescindibles para entender la narración, y probablemente el relato de Ricardo hubiera podido funcionar perfectamente sin ellos, en mi opinión, pero están ahí, y quizás a otros lectores les sirva de apoyo informativo.

Ricardo Asensi, el protagonista de esta historia, se enfrenta con el distorsionado recuerdo de su padre, Carlos, y al mismo tiempo de su pasado, en una búsqueda desenfrenada, que le lleva a transitar por la frontera entre la razón y la locura. Tras muchos años viviendo con la muerte de sus padres como una terrible losa sobre su vida, ausente del cariño y ternura maternos, descubre que su progenitor no murió cuando ocurrió el accidente aéreo, sino mucho tiempo después, y en un psiquiátrico. Ese descubrimiento le perturba hasta el punto de iniciar un rastreo compulsivo de las pistas que pudieran llevarle a comprender qué había pasado en esos años, quien era, en realidad, su padre, y qué había pasado con su madre. Pero no es solo él quien sabe de la oculta existencia paterna, alguien más sigue sus pasos en la sombra, lo que a veces le lleva a situaciones francamente peligrosas. Ricardo se siente perseguido, vigilado, objeto de esa mirada que viene del pasado y que podría acabar con la vida que ha llevado hasta ahora.

Una trama cuyo telón de fondo son los días previos y posteriores a la muerte de Franco, días de inquietud y de inseguridad, pero que a Ricardo le traen sin cuidado, ya que la figura de su padre y el misterio que le rodea cobra una importancia vital, hasta el punto de identificarse con la búsqueda de ese Grial que suponía La Mirada de Saturno, el objeto cuya interpretación había perturbado a su padre hasta el punto de traspasar la frontera de la cordura, alejándose del mundo. Pero son sus ojos los que ven a Lucía, cuyo luminoso nombre y femenina presencia hace irrupción tanto en la vida final del padre como la del hijo, y el intercambio de miradas es un juego que lleva a otros juegos. Segovia, Madrid, París, Praga, Cuba…escenarios que se suceden y donde el autor va situando la acción.

Novela pues, de intriga, con fondo de la historia reciente española y europea, relatada con agilidad, corrección, y que despierta el suficiente interés como para leerla de una sentada. La portada, en la que un tramo de la acción se ve reflejada en la persecución nocturna, incluye esos ojos demenciales de Saturno devorando a sus hijos que Goya plasmó con fuerza en su pintura y que en la portada rivalizan con la luna, una luna brillantísima, que intuyo simboliza a Lucía, luz sin la que Ricardo hubiera caído en las sombras de la locura.

Guillermo Galván Olalla, (Valencia, 1950) periodista y escritor. Desde 2005 se dedica en exclusiva a la narrativa. Comenzó su tardía actividad literaria en 1998,  con la primera de sus novelas, La Mirada de Saturno, Tras ella, ha publicado El aire no deja huellas (finalista del Rodrigo Rubio 2001), Aislinn-Sinfonía de fantasmas (premio Río Manzanares 2002), De las cenizas (premio Felipe Trigo 2003), Llámame Judas (premio Alfonso VIII de la Diputación de Cuenca), Antes de decirte adiós (2009) y pasó diez años investigando y documentándose para escribir Sombras de mariposa (2010), que trascurre en el último tercio del siglo XI, y por la que ganó el premio Hislibris a la mejor novela histórica 2011.

Ariodante

FICHA DEL LIBRO

Título: La mirada de Saturno | Autor: Guillermo Galván | Editorial: Evohé | Páginas: 336 | Precio : 18,40€ | Reseñado por Ariodante

Comentarios

Eva MMM ha dicho que…
Pero, ha gustado o o?