Ciudad abierta de Teju Cole

Ciudad abierta es una excelente novela de ideas, elegante, consistente, que huye de simplificaciones ingenuas, casi un reportaje en el que la mirada del narrador funciona como una cámara mientras su voz nos pone en contacto con las voces de unos personajes que afrontan todos un problema común: el de la coexistencia pacífica y enriquecedora de distintas culturas en ciudades como Nueva York o Bruselas, abiertas a una experiencia que sigue entrañando peligros como la exclusión xenófoba o el rechazo racista. Una novela merecedora, entre otros, del premio Pen Hemingway 2012, y en la que el autor, nacido hace 37 años en Estados Unidos pero de ascendencia nigeriana, vuelca algunas de sus experiencias personales. LEER MÁS

Julius, el narrador, es psiquiatra residente en un hospital de Nueva York, y tanto su intenso trabajo como una reciente ruptura sentimental le llevan a buscar cierto equilibrio paseando por las calles de una ciudad que le ofrece un paisaje humano tan homogéneo en su marginalidad como variado en su procedencia. Así conoceremos a Pierre, lustrador de zapatos haitiano que fue esclavo en el siglo XX, a Kenneth vigilante de museo procedente de Barbuda, o a Saidu, el liberiano que huyendo de la guerra en su país acabó en un centro de detención de inmigrantes; pero también a Junichiro Saito, antiguo profesor de literatura de Julius, ingresado en un campo de internamiento durante la Segunda Guerra Mundial.

Y estos encuentros se van a complementar con los que realiza en un viaje a Bruselas en busca de su abuela materna alemana: con la cirujana jubilada Maillotte, vecina de asiento en el vuelo transatlántico, muy crítica con la hipócrita sociedad americana, y sobre todo con el joven intelectual marroquí Faruk, encargado de un locutorio, y con el que mantiene acaloradas discusiones sobre la izquierda en Estados Unidos, la mitificada libertad europea, las dictaduras en los países árabes, algunas tanto o más crueles que la derrocada iraquí, las simpatías por Al Qaeda que el resentimiento puede generar, o la injusta prevalencia del holocausto judío sobre cualquier otro genocidio.

Julius pasea, observa y reflexiona: sobre la necesidad del pueblo americano de completar el duelo por el 11-S, sobre las consecuencias de la despiadada colonización americana y el comercio de esclavos, sobre la teoría de los signos de Paracelso, según la cual existe una relación entre la apariencia exterior de las personas y su vida interior, o, de una manera más general, entre los síntomas externos y las realidades subyacentes. Pero Julius también recuerda: su adolescencia en Lagos, la ruptura con su madre.

Además, la novela está repleta de referencias culturales: desde el cine de Coppola al de Víctor Erice pasando por el de Wong Kar Wai, de las pinturas de Vermeer a las de Goya, de la obra de Coetzee a la de Roland Barthes, de Art Blakey o Bill Evans a Mahler o Bach, referencias convenientemente intercaladas entre sugestivas imágenes, cuya composición deja traslucir las habilidades fotográficas del propio autor: la de una solitaria mujer rezando en el apartamento de enfrente, la de dos jóvenes judíos ortodoxos, en una exposición fotográfica, concentrados en una instantánea de los verdugos de su pueblo; y entre estas, escenas magistrales como la de la incursión de Julius en el barrio chino y en una tienda repleta de objetos tradicionales, o la del concierto al que asiste aquel en el impresionante capítulo final, con el que Cole remata el paseo por la sordidez con una ascensión a lo sublime, encarnado por la universalidad de una música cuya facturación humana casi pone en duda.

En definitiva, una magnífica novela con aspiraciones de totalidad, que se cierra con un simbólico e inquietante final, cuyo sentido último parece remitirnos a los síntomas externos de una realidad social que algunos prefieren seguir negando.

Rafael Martín

FICHA DEL LIBRO
Título: Ciudad abrierta | Autor: Teju Cole | Traducción: Marcelo Cohen | Editorial: Acantilado | Páginas: 296 | Precio : 22€ | Reseñado por Rafael Martín

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