Misión Olvido - María Dueñas

Escribir una segunda novela tras un éxito tan clamoroso como el que María Dueñas ha tenido con El tiempo entre costuras parece tarea problemática, y es comprensible que la autora se haya tomado su tiempo antes de abordar una nueva obra. Pero la obra ya está aquí, y en plena campaña de promoción.
Ante todo, hay que reconocer la muy afortunada elección de título y portada. Tanto uno como otra han de dar pistas al lector de qué va a tratar la novela. Efectivamente, el título indica que la historia que nos cuenta la autora va de olvidos, no de esos despistes casuales e inmediatos, no; se trata de desterrar de la mente algo que ha causado pena y dolor, desazón y soledad. Algo que ha trastocado la vida de los personajes. Pero en realidad, literalmente, Misión Olvido se refiere, en primer lugar, a una presunta misión franciscana en California, la última creada allí y que puso punto final al Camino Real, suerte de camino festoneado de misiones construidas con sangre y sudor por los franciscanos españoles de principios del siglo XIX, tema de la investigación del finado Andrés Fontana. LEER MÁS

La novela, situada en el último año del milenio, arranca ya con un primer intento de olvidar: Blanca Perea, la protagonista, profesora universitaria de mediana edad, decide poner tierra de por medio ante el desastre de su matrimonio, y trasladarse temporalmente nada menos que de Madrid a California, con la excusa de una beca de investigación sobre un profesor español exiliado, Andrés Fontana, fallecido accidentalmente dejando una cantidad de documentación por ordenar y clasificar, en la universidad de un pueblito californiano, Santa Cecilia.

Mientras se sumerge en el caos de documentos, cartas, anotaciones dispersas, etc. Blanca va conociendo a varios personajes que van a tener una especial relación con ella. Le van a hacer olvidar los desastres dejados en Madrid e implicarse emocionalmente en la vida real que lleva allí. Rebecca Cullen va a ser una excelente nueva amiga, Luis Zárate, el jefe del departamento donde va a trabajar, se presenta como alguien interesante; y un maduro Daniel Carter, antiguo alumno de Fontana, irrumpirá como una tromba en la investigación y en su vida; curiosamente, los tres tienen algo que olvidar o que prefieren no recordar.

Desarrolla la novela varias líneas narrativas, que al principio resultan un poco confusas, ya que la ligazón entre ellas solo la alcanzamos una vez avanzado el relato. Blanca cuenta en primera persona su desolación y desconcierto. Después hay una narración en tercera persona sobre las andanzas de un joven Daniel Carter y cómo conoce a Aurora, el amor de su vida. Esa línea narrativa nos lleva a la España de los años 58-59 del siglo pasado: una España castiza, cocido, pañoleta y chocolate con churros. Una tercera línea narrativa, también en tercera persona, trata de la biografía que Blanca investiga: la juventud de Andrés Fontana en la España de los años 30, hasta el año 36, unos meses antes de la guerra civil, en que una beca universitaria lleva a Fontana a Norteamérica, de donde ya no volverá jamás. Con ambas, virtualmente visitamos la España republicana y después, la España franquista, en los inicios del despegue tras la postguerra. Mientras que con la línea del discurso de Blanca, nos hacemos una idea del mundo universitario norteamericano, de las costumbres, festejos y actividades de aquella pequeña parte del inmenso país.

Quizás haya un cierto empacho de mundo universitario, de investigaciones, trabajos y memorias, informes de departamento y demás, que se nos presenta de un modo muy realista y detallado, puesto que es un mundo que la autora conoce de primera mano. La primera parte del libro discurre lentamente, sin que veamos bien a donde nos quiere llevar la autora: pensamos que va a centrar su atención en la vida del profesor Fontana, pero luego parece que la vida de su alumno Dan Carter le quita protagonismo, y mientras tanto, Blanca inserta información sobre su trabajo y nuevos amigos, con lo que sólo tardíamente empezamos a darnos cuenta de en qué dirección nos está llevando la autora. A partir de ese momento, estamos atrapados por el relato y la atención va en aumento: la implicación emocional, las sorpresas, los elementos insospechados y nuevos datos repentinos trastocan todo el panorama, precipitando la acción a situaciones de tensión y de gran fuerza dramática.

Una madeja de olvidos, de soledades, de desengaños, y a la vez, tres historias de amor trenzadas y destrenzadas dramáticamente. Y alguna otra más de desamor y resentimiento. Contadas con un lenguaje medido, justo, ¡sin erratas! Una narración muy bien cuidada, así como los diálogos y las ambientaciones históricas.

María Dueñas ha superado la prueba, cambiando de tercio sin dejar de ser ella misma: de una narración lineal, de cómo una mujer sola sale adelante en un mundo hostil, ha pasado a construir una red de historias intimistas, muy personales y con una gran carga psicológica. Vivencias femeninas y masculinas, introspección, recuerdos y algo de acción, concentrándose más en la tensión dramática. Quizás dirigida a un público más restringido que la novela anterior, ya que los detalles de la vida universitaria pueden resultar una rémora para algunos lectores, pero aún así la novela tiene una factura excelente y sólida, mostrándonos la calidad de una escritora que, ya podemos decirlo, no va a ser de un solo libro.

Ariodante

FICHA DEL LIBRO


Título: Misión Olvido | Autor: María Dueñas | Editorial:Temas de hoy | Páginas 512 | Precio 21,90€ | Reseñado por: Ariodante

Comentarios

LAKY ha dicho que…
Estoy a 20 páginas de terminarla y coincido con todo lo que dices.
Me ha encantado cómo está escrita pero la historia no me ha enganchado hasta más o menos la página 400. Eso sí, a partir de entonces se pone muy interesante
Un saludo
Cam ha dicho que…
Cierto, a mí me pasó lo mismo.
Al poco de empezar no me estaba entusiasmando, pero a medida que avanzó, cada vez me costaba más dejarlo en la mesilla jeje, y al final llorando como una magdalena... Me gustó mucho!
Aunque "El tiempo entre costuras" me gustó bastante más, también lo tengo que decir