Cuando los dioses duermen – Erwin Mortier

Galardonada con el Premio Ako, el más importante de la literatura en flamenco, Cuando los dioses duermen es el relato nostálgico de la vida de Helena que, casi centenaria, va anotando sus recuerdos bajo la protectora mirada de Rachida, la inmigrante que la cuida. Recuerdos de infancia y juventud en el seno de una familia de la burguesía acomodada en la Bélgica de comienzos del siglo XX, un país que se encontraba “entre los herejes maldecidos del Norte y los execrables revolucionarios del Sur”, según las monjas que la educaron, y que se vería envuelto en el terrible conflicto bélico que marcó la vida de aquella joven de mentalidad avanzada y carácter decidido; una guerra que tanto imponía el sufrimiento más intenso como permitía la eclosión del amor. Y todo “bajo el mismo azul celeste del último verano de Europa”. LEER MÁS

Erwin Mortier (Nevele, Bélgica, 1965) nos presenta una narración de corte proustiano, no solo por su recurso a la memoria o el constante uso de sugerentes metáforas como características generales, sino, en particular, por la ingenua fascinación que la guerra ejerce en algunos momentos sobre los personajes principales: si los de Mortier contemplan embelesados la luz de las bengalas y de las explosiones sobre el lejano frente como si de fuegos artificiales se tratara, los de El tiempo recobrado aprecian la estética de los aviones que se elevan siguiendo la estela de los reflectores, como monturas de unas valquirias que desataran el apocalipsis en el cielo, imagen que, sin duda, sugirió a Coppola cómo describir el suyo.

Pero ese hechizo seductor se convertirá, para los personajes de Mortier, en prosaico miedo cuando pasen de meros espectadores a sufridas víctimas de aquellos bombardeos, ya sea en la visita que Helena y su madre realizan a la ciudad próxima a la casa familiar donde pasan la guerra separadas del padre, o en la que ambas efectúan al hospital donde se recupera el hermano herido. Aunque también es cierto que la pasión acabará imponiéndose a toda prudencia en el turístico periplo que Helena y su amante describen por el frente.

Por otra parte, el empeño de Mortier en la búsqueda de un lenguaje que sea capaz de remover los sentidos del lector, se expresa y justifica a través del impacto que los pintores expresionistas del momento producen sobre Helena, y de la envidia que le provocan como escritora. Envidia “de su vocabulario cromático”, “Envidia por soñar con un idioma carente de significado pero cuajado de intensidad, (…) que más que leer haya que contemplar, con el saber letrado del ojo, con la erudición de la retina”. Un empeño que el autor resolverá ofreciéndonos visiones como las de un campo de amapolas cargado de mariposas atisbado sobre el parapeto de una trinchera, o aromas como el “acre olor a madera seca, el olor de la paciencia de los árboles”. Y un deseo que llevará a la protagonista a “concebir las palabras cada vez más como espejos o lentes, o prismas, capaces de analizar el resplandor blanco e indiferenciado del mundo”, o también como “núcleos atómicos en torno a los cuales crepitan los electrones de la significación”.

Todo un proyecto ejecutado, por momentos, de forma magistral, que ha contado con la inestimable ayuda de la traducción de Goedele de Sterck, y mediante el que Mortier pretende ampliar el espacio de nuestra memoria haciéndonos partícipes de la de Helena, en la que, finalmente, ya no cabe el error de concebir la guerra como “un fenómeno fisiológico cualquiera (…), inherente al organismo del tiempo o de la historia”, sino como “una estupidez de esas que sólo nuestra especie comete”.

Rafael Martín

FICHA DEL LIBRO

Título: Cuando los dioses duermen | Autor: Erwin Mortier | Traducción: Goedele de Sterck | Editorial: Acantilado | Páginas: 384 | Precio : 24€ | Reseñado por Rafael Martín

Comentarios

Anónimo ha dicho que…
Muy atinada reseña.
Como lector, he de decir que hace mucho que no disfrutaba de una obra hasta tal punto. En fondo y en forma.
Ante un panorama editorial cuajado de banalidades -cada vez más- en los últimos tiempos, el libro de Mortier me ha permitido volver a sumergirme de lleno en el gozo de la literatura.
Profundo y excelentemente bien escrito -traducido: entiendo que la versión española es magnífica-. La intensidad de lo narrado y la absoluta belleza del lenguaje hacen de esta novela una de las mejores recomendaciones posibles en el momento actual.