Vidas de hojalata - Paul Harding

El Premio Pulitzer de Ficción 2010 recayó en Vidas de hojalata, sorprendente primera novela de Paul Harding (Beverly, Massachusetts, 1967; no confundir con el pseudónimo que Paul Doherty usara para su serie de novelas policiacas ambientadas en la Edad Media). Se trata de un conmovedor ejercicio de memoria que el personaje principal, George Washington Crosby, lleva a cabo en su lecho de muerte, rodeado de mujer, hijos y nietos, y en el que los recuerdos de una dura infancia en un pequeño pueblo de Nueva Inglaterra se tiñen de nostalgia “lamentándose por la pérdida de aquel mundo de luz y esperanza”. Pero es la figura del padre epiléptico la que acaba imponiéndose asumiendo incluso el protagonismo de la narración. LEER MÁS


Howard Aaron Crosby, padre de George, es un vendedor ambulante que suministra toda clase de productos a familias que viven aisladas en los bosques, desde pequeños utensilios cotidianos que extrae de las decenas de cajones de una cómoda, hasta cazos y ollas de hojalata que él mismo fabrica. Esa vida no le permite compartir demasiado tiempo con su familia. Con su mujer, temerosa de carecer de suficientes reservas de amor, y cuya severidad es la consecuencia del resentimiento que acumula por su frustrante vida de casada. Ni con sus hijos, uno de ellos retrasado, al que George se ve obligado a cuidar, o sus hijas: histérica una y con constantes problemas de asma la otra.

Y en el relato de las vidas de padre e hijo iremos encontrando situaciones impactantes como el traslado de la casa del doctor sobre troncos o el ataque de epilepsia que presencian los hijos; pero también personajes extravagantes como Gilbert el Ermitaño o el propio padre de Howard, pastor metodista cuyos sermones son cada vez menos comprensibles para sus feligreses, y cuya mente se va diluyendo conforme su presencia se hace cada vez más tenue.

Howard y George tienen en común, además de sentimientos encontrados hacia la figura del padre mentalmente inestable, un deseo de huida y otro de fusión con la naturaleza, vivencias que Harding aprovecha para plasmar las tesis, que él mismo reconoce asumir, de esa corriente espiritual conocida como trascendentalismo, en la que, con algunos toques orientalistas y cierto aire panteísta, se defiende la identidad entre el alma individual y la del mundo, y la capacidad del ser humano para intuir y sentir la energía cósmica al entrar en comunión con la naturaleza.

Por otra parte encontraremos, interpolados en el texto, sugerentes fragmentos de un manual para relojeros del siglo XVIII que George usa para las reparaciones a las que se dedica de jubilado, así como entradas de una especie de enciclopedia hallada en un polvoriento desván y cuyo autor parece ser el mismo George. Pero también tropezaremos con oscuras y evanescentes reflexiones que a veces solo sirven para realzar, por contraste, la coherencia y solidez del resto del relato.

En definitiva, un entramado de imágenes y sensaciones con los que Harding parece querer avisarnos de que toda revisión del pasado personal tiene algo de excavación arqueológica, y que tanto la interpretación de los datos como la extracción de conclusiones deben realizarse con idéntica prudencia. Un texto que, si por un lado nos recuerda que “Todo está hecho para perecer”, por otro nos anima a perseverar, como el padre de Howard hacía con su hijo al sermonearle diciendo: “consuélate pensando que el dolor de tu corazón y la confusión de tu alma significan que aún estás vivo”.

Rafael Martín

FICHA DEL LIBRO


Título: Vidas de hojalata |Autor: Paul Harding| Editorial: RBA| Páginas: 192 | Precio : 18€ | Reseñado por Rafael Martín

Comentarios

Jordi Martín Lloret ha dicho que…
Me ha parecido muy interesante la reseña. Solo he echado en falta un dato en la ficha del libro: ¿quién ha traducido la novela?