Pájaro sin vuelo - Luis Mateo Díez

“Hay pájaros que llevan el perdigón en el alma y los hay que no son capaces de levantar el vuelo, que no pueden volar y deben conformarse con arrastrar las alas con la resignación de quien no asume otras responsabilidades”. Y de ese tipo es Ismael Cieza, el protagonista de la última novela del académico y prolífico Luis Mateo Díez (Villablino, León, 1942), personaje aquejado de una corrosiva falta de voluntad y de un estreñimiento pertinaz y congénito, caras ambas, moral una, fisiológica otra, de una misma actitud ante la vida, de cuyas consecuencias y avatares iremos teniendo noticias a lo largo de una jornada de la que no conoceremos su verdadera trascendencia hasta el final. LEER MÁS

Resignado a no poder ser el artífice activo de su devenir tanto vital como intestinal, tendrá Ismael que hacer de tripas corazón y enfrentar en ese día crucial tres asuntos impostergables: encontrar a Tulio el hijo descarriado de don Medardo, su jefe en la Agencia de Seguros donde trabaja desde hace años, entrevistarse con un extraño individuo al que no conoce y que muestra un persistente interés en él, y reunirse con su hija, que no olvida sus pernicioso carácter ni perdona su reciente separación.

Pero la correspondencia entre lo anímico y lo físico que antes señalábamos, no es más que una muestra del entramado simbólico que sustenta la narración y que viene a ser la implementación del recurso expresionista consistente en transferir al paisaje y al entorno los estados de ánimo de los personajes, y que Díez extiende hasta representarlos en objetos y seres que parecen emanaciones o excrecencias surgidas de la mente de aquellos; así, por ejemplo, la úlcera de don Medardo, fruto de las preocupaciones que le causa su hijo, es paralela a las dificultades que atraviesa la Compañía; el laberinto mental en el que vive Ismael se transfiere a las calles de Doza por las que se mueve sumido en la desorientación; o, finalmente, los “bichos”, habitantes de las ensoñaciones del protagonista, se muestran como depositarios de sus actitudes.

Es esta estética expresionista, característica de Díez, la que convierte territorios físicos en escenarios morales, por los que transita el solitario protagonista en su búsqueda de certidumbres, y que, en este caso, da lugar a momentos impactantes como el rescate de Tulio, en un ambiente grotesco y tétrico, del edificio ruinoso en el que lo retienen; o el onírico encuentro de Ismael con un viajante que lo invita a seguir el camino en su vehículo.

Por otra parte, sin descartar, pero no compartir, la referencia al Ulises de Joyce que alguno cree ver en la novela, y si de ejercicio de intertextualidad se trata, prefiero quedarme con algo más evidente y extensivo a toda la obra de Díez, en la que la creación de una geografía propia o el relato de tragedias familiares nos remiten a Faulkner y a los autores del gótico sureño, con lo que, y salvando las distancias, podríamos permitirnos hablar del “gótico leonés”.

En fin, después de cuarenta años publicando, Luis Mateo Díez, una de las voces más importantes y personales de nuestro panorama actual, sigue con su estilo inconfundible: barroco y de frase larga a veces, ligero y escueto otras, empeñado en el estudio de la condición humana a través de los derrotados, personajes que muestran, en ocasiones, “ese brillo nublado de la autocompasión que subyace como una huella consoladora en el desaliento”

Rafael Martín

FICHA DEL LIBRO

Título: Pájaro sin vuelo | Autor: Luis Mateo Díez | Editorial: Alfaguara| Páginas: 280 | Precio: 18,50€|

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