El mapa y el territorio - Michel Houellebecq

Michel Houellebecq alabado y denostado por igual, acumula lectores y críticos voraces que devoran sus obras tanto como críticos y lectores incapaces de encontrar el quid de su literatura y menos aún su repercusión. Tal dicotomía se vio reflejada hace un mes en Babelia donde en el mismo día aparecía una crítica elogiosa: Un mundo sin maquillaje de Santiago Gamboa y otra negativa, la de Alberto Manguel, Escribiendo sobre gustos. Ante tal divorcio el lector se halla como el niño perdido entre papá y mamá que se tiran los trastos, ¿A quién hacer caso? Optemos por revisar lo que ofrece el autor y después seamos lectores maduros y tomemos nuestra propia decisión si no la tenemos ya. LEER MÁS

Houellebecq es un fenómeno metaliterario, su aura sobrepasa su obra. «Toda sociedad tiene sus puntos débiles, sus llagas. Meted el dedo en la llaga y apretad bien fuerte (...) Hablad de la muerte y del olvido (...) Sed abyectos: seréis verdaderos.» Por tanto su crítica atroz de la sociedad preconiza muchas de sus obras. Plataforma y Las partículas elementales critican la hipocresía social de la que el mismo autor participa. Misoginia, prostitución, racismo, intelectualidad cuando se quiere decir economía salvaje, y ahora con El mapa y el territorio, arte, incluyendo en él la literatura y el personaje que representa a Houellebecq y su propio asesinato. Un logro dirán algunos, una tensión sin sentido propondrán otros.

Jed Martin es el personaje central de esta obra que viaja desde unas décadas atrás hasta el futuro propuesto que nos espera dentro de veinte o treinta años. Un artista del mundo de la pintura, la fotografía y la creación que triunfa en los desechos del consumismo y la macroeconomía. Los críticos de arte elevan a los altares su imágenes, simples fotografías de mapas de Michelin. Ponen por las nubes sus representación de objetos materiales y le otorgan la categoría de artista universal con sus cuadros sobre los prohombres del mundo actual, incluyendo a Steve Jobs y Bill Gates, el magnate de VW Pietsch o el propio Houellebecq.

Martin es un hombre apocado, incapaz de relacionarse abiertamente. Sólo su padre jubilado y recluido u Olga, la ejecutiva de Michelin con la que comparte aventura se cruzarán en su camino... Hasta que el Houellebecq personaje aparece, es representado, asesinado, troceado y su muerte resuelta con la ayuda del mismo Martin.

La onírica aventura futurista que abarca la última parte del libro busca “apretar la llaga” de la sociedad actual convirtiendo a Francia en un paraíso turístico incomprensible para Martin pero, por fin, cercano.

Su ritmo y su escritura son por momentos caóticos, su argumentación fluctúa cerca de la enajenación mental, a ratos genio a ratos impostor. Nos sentimos como en la anécdota judía del rabino a cuya casa acude un esposo pidiéndole ayuda matrimonial y éste le dice: “tienes razón”. Poco después llega la esposa quien después de ser escuchada recibe la comprensión del religioso: “tienes razón”. Escuchando oculta todo se haya la mujer del rabino quien después de oír las dos respuestas se dirije a él increpándonle “Moisés, no pueden tener los dos la razón”. Calmadamente Moisés responde: “Sabes, mujer, tú también tienes razón”.

Sin duda Houellebecq sigue siendo una experiencia. Si esa experiencia es necesaria o prescindible decídanlo ustedes.

Marc Canela

FICHA DEL LIBRO

Título: El mapa y el territorio | Autor: Michel Houellebecq | Editorial: Anagrama | Páginas 384 | Precio 21,90€

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Comentarios

Azul Sanchez ha dicho que…
hola, pues precisamente ese fluctuar entre "la enajenación mental" y la extrema lucidez es lo que más me gusta...Excelente reseña y por supuesto, tú también tienes razón ,-)
http://pesquisassalvajes.blogspot.com/2011/09/obsolescencia-cultural-programada.html
gonzalo ha dicho que…
Prescindible. Mucho dato técnico, de la cámara y mucho "cortapega" de wikipedia. La historia y los personajes, de cartón piedra. Dentro de unos años, olvidada por fortuna.