Thomas Mermall - Semillas de gracia

Hay libros que pronto se definen por su unidad, cual es el caso del desarrollo de una historia concreta, donde nudo y desenlace, como diría Delibes, están claros y manifiestos. Curiosamente, algo similar podría esperarse de un libro autobiográfico, cual es este caso, más no tiene uno la sensación, al leer, que haya un hilo conductor definido y que un asunto –el de la vida propia- adquiera rasgos de unidad. Al contrario, al final, el lector tiene la sensación de que le han mostrado algunas piezas de esa vida –en casos concretos con una persuasión recurrente, cual es el apartado que dedica a sus amistades, incurriendo además en reiteraciones- y que tales piezas funcionan un poco aisladamente, sin un engrudo definido que les dé forma y concreción. LEER MÁS

El libro viene subdividido en tres grandes apartados, a saber: su infancia, dura y triste, hasta que consigue, siempre al amparo de su padre, eludir primero el nazismo, y luego a los comunistas invasores. Digamos que estamos en una región de Hungría y que el autor nació en el año 1937. De origen judío, huyen a Chile y de allí a Chicago, donde termina por asentarse la nueva familia, pues su madre ha sido asesinada en Auschwitz y la figura de la madrastra va a ser decisiva en su vida.
Esta parte del libro resulta interesantísima, con su punto de dramatismo trágico bien abordado, y un balance literario bien resuelto, con sobriedad. Él nunca habrá de establecer una culpa colectiva respecto de su situación, sino personalizada. La lectura resulta intensa e interesante de verdad.
Un segundo apartado, sin embargo, donde expone de manera prolija su obsesión por la mujer –le atraen de ella, físicamente, sus piernas- unido a sus distintas aventuras, resulta, creo, en exceso manida y un tanto innecesaria a tenor del clima humano establecido en la primera parte. Su verbo sigue siendo ágil y distribuye conscientemente el adjetivo, pero la narración creo que peca de abundosa en los detalles.
Retoma el libro el interés en la parte tercera, donde, a pesar de la narración de los avatares académicos –se trata de un acreditado hispanista que ha ejercido como profesor de Lengua y literatura españolas en la universidad de Brooklyn- que resultan un tanto anodinos, construye un apartado concreto, el que titula ‘Leer, pensar, enseñar, escribir’, que considero resulta interesantísimo, brillante a veces. Recoge aquí su postura intelectual –vuelve a humanizar, interiorizándolo, el tono- y lo hace de una manera clara y precisa. Habla de la obra de Ortega y Unamuno con inteligencia, así como de su tesis doctoral sobre la obra y la figura de Pedro Laín Entralgo.
Por fin, cuando retoma la alusión a sus numerosos amigos, sobre todo académicos, vuelve a ser prolijo y con un deje de juicio universal que le otorga una condición de confesión un tanto forzada y en exceso especulativa. A mi entender, en el cap. 15, ‘En el camino’ entona una especie de balance y autodisculpa que resulta clarificador y que salva las desigualdades de su memoria. Son alusiones breves a distintos temas (su amor por la lengua francesa, la profesión de su judaísmo…) que le ayudan a exponer su condición humana atribulada.
La obra, pues, resulta un tanto inconexa en su conjunto -como apresurada en algunos casos- y ello tal vez tenga su explicación en el ‘post scriptum’, donde da cuenta de que le ha sido diagnosticada una enfermedad terminal de la que está a merced en este momento.
Se trata, eso sí, de una vida narrada con generosidad, y que parece aceptar el ponerla bajo el epígrafe de su admirado Chejov: “Cualquier idiota puede sobrevivir a una crisis, son las pequeñas molestias de la vida las que pueden contigo”.
Añadir, si acaso, que la obra nos llega auspiciada, recomendada, desde la proximidad de su buen amigo Muñoz Molina.

Ricardo Martínez

FICHA DEL LIBRO
Título: Thomas Mermall | Autor: Semillas de gracia | Editorial:Pre-Textos | Páginas 564 | Precio 22€ |
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