De vidas ajenas - Emmanuel Carrère

Después de la aclamada El adversario (Anagrama, 2000; reeditada en 2011), nos llega, de la mano de Emmanuel Carrère (París, 1957), otra crónica basada en hechos reales, hechos, en esta ocasión, trágicamente próximos al autor, y que además el lector no puede ya considerar sólo como consecuencia de una monstruosidad ajena e improbable, pues si en la anterior la historia de un estafador y asesino de sus seres más queridos permitía cierto distanciamiento, ahora se nos relata la tragedia de seres normales enfrentados a las más terribles pérdidas: la de una hija para sus padres y la de una madre y esposa para sus hijas y marido. LEER MÁS

Y Carrère es capaz de hacer esto movido por el convencimiento de los beneficios de la palabra, de que decir las cosas, todas, es un lenitivo para los dolores que la vida nos produce, porque “el peor sufrimiento es el que no se puede compartir”, y porque el silencio y la ocultación pueden producir monstruos, como el protagonista de El adversario, que partiendo de una educación en la que la mentira piadosa y el miedo a lastimar con la verdad son la norma, acaba construyendo su vida sobre la falsedad y el engaño.

Comienza el relato con la escalofriante descripción de los devastadores efectos del tsunami en la isla de Ceilán, comparando la separación de los dos mundos en que queda dividida la isla por la acción de la ola, con el abrumador abismo que se abre entre aquellos que han sentido el golpe y los que han salido indemnes, pertenecientes ya a mundos distintos. En uno de ellos queda anclada la pareja que pierde a su hija, en el otro el cronista y los suyos.

Pero el grueso del texto, construido a partir de los testimonios de las personas próximas, está dedicado a Juliette, hermana de la pareja de Carrère, y en especial a su relación profesional y de amistad con Étienne, ambos jueces y que tienen en común, además de una cojera secuela de sendos cánceres superados, el interés por defender a los desposeídos frente a las entidades de crédito que reclaman las cantidades, intereses y penalizaciones que estipulan los arteros contratos que en su día firmaron los primeros.

Por otro lado, la comparación con la obra anterior, a la que tampoco se resiste Carrère, nos lleva a una de las cuestiones clave que se nos plantean. En la inquietante parte final de El adversario vemos cómo el protagonista adopta el papel “de gran criminal en el camino de la redención mística”, arropado por voluntarios católicos que interpretan como destino providencial aquel que convierte a un asesino en alguien capaz de salvarse y ayudar a otros a hacerlo, dando así sentido a todo el espeluznante drama previo (personalmente nunca entendí la grandeza de un dios cuyos torcidos renglones incluyen el sacrificio de los inocentes). Y en el texto que nos ocupa se plantea la posibilidad de considerar la enfermedad como parte del enfermo mismo, incluso como una ocasión para vivir más plenamente, algo que no tiene por qué privar de sentido toda una existencia colmada de afectos. Pero, ¿es necesario buscar un sentido, insultante y espurio el primero, consolador y humano el segundo, pero ambos lastrados de trascendencia?

Y sin embargo, a pesar del impresionante relato de la degradación física de Juliette y de su angustia como joven madre (“yo ya no estaré aquí, será el primer verano de mis hijas sin mí”), y de la desnuda y pesimista sinceridad del cronista (“Nadie ha podido descansar en mi amor con absoluta confianza y yo no descansaré al final en el amor de nadie”), a pesar de, o quizás por toda esa crudeza, al terminar el texto sentimos esa euforia del que llena sus pulmones de oxígeno después de una prolongada inmersión, porque, a fin de cuentas, estamos en el lado de los indemnes; o si por desgracia no es así, al menos se nos habrá brindado la posibilidad de comprender que, incluso en la enfermedad, podemos ser capaces de reconocer la parte de felicidad que nos ha tocado, porque lo más triste es tenerla al lado y no verla, o marcharse sin verla, o dejarla marchar.

Rafael Martín

FICHA DEL LIBRO

Título: De vidas ajenas | Autor: Emmanuel Carrère | Editorial: Anagrama | Páginas 264 | Precio 18€

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Comentarios

Pablo Rodríguez Burón ha dicho que…
Acabo de terminar la "biografía" de Carrére sobre Philip Dick (apasionante escritor, por otra parte), y me ha gustado, así que anotaré estas vidas ajenas para continuar con el autor. ¿O me recomiendas otro libro suyo antes?
Un saludo
Rafael Martín ha dicho que…
Tanto "El adversario" como "De vidas ajenas" son crónicas excelentes y profundas: en la primera los hechos son excepcionales, en la segunda más cotidianos. En cualquier caso prepárate para emociones fuertes. Que los disfrutes.