Flora Poste y los artistas - Stella Gibbons

Ante todo, Flora Poste sigue el tono de parábola humorística, continuando la historia dieciséis años después, en 1949. Pero lo que en la anterior y primera novela de este personaje era el objeto de su humor e ironía, la aristocracia y cierta población campestre, ahora la autora dirige su mirada corrosiva al mundo de la cultura y de la política. Stella Gibbons (Londres, 1902-1989), escritora y periodista británica nacida en el seno de una familia de clase media, vivió una infancia problemática. Primera hija de cuatro hermanos, creció en Kent. En 1921 empezó a estudiar periodismo y posteriormente, a partir de 1924, trabajó para la British United Press. Aunque se hizo famosa por esta novela, escribió otras veinticinco, además de relatos y poesía. LEER MÁS

Como ya es habitual, la edición que nos presenta Enrique Redel, de Impedimenta, sigue siendo impecable. Espléndida idea elegir los deliciosos dibujos del pintor e ilustrador sueco Carl Larsson. En segundo lugar, hay que destacar el trabajo del traductor, J.C. Vales, francamente complicado con los textos de esta autora, que juega con el lenguaje (el inglés), dando muchísima importancia al significado de los nombres. Pero ocurre que incluso a pesar de la traducción y las notas a pie de página que aclaran significados ocultos al lector no británico, en esta segunda entrega de las aventuras de Flora Poste (ahora señora Fairford) resulta algo más complicado de entender, un rizar más el rizo, ya que la sátira se centra en el mundo artístico, y los personajes elegidos por la autora para ser despellejados son desconocidos para los lectores no anglosajones o al menos, de muy difícil identificación. Cierto que figuran como prototipos, la crítica no lo es tanto por su persona como por el tipo de artista que representan.

La novela está escrita tras la II Guerra, y el humor británico ha sufrido bastantes reveses para mostrarse tan fino y elegante como el victoriano. En la narración sigue refiriéndose a un difuso presente- futuro, en el que la guerra es denominada “los Recientes Acontecimientos” y la “II Edad Oscura”. Pero el tono corrosivo sube de nivel y trasluce un cierto resentimiento hacia políticos y científicos, presentados como enloquecidos ajenos a la realidad; y el mundo del arte, al que considera frívolo y absurdo, -y probablemente no le falte razón, en parte.

Pero la historia que en la anterior novela tiene, dentro del surrealismo general, un hilo conductor y una acción, aquí queda un tanto opaca. La primera parte compara la granja que encuentra con la granja pasada: sus habitantes, los Starkadder masculinos–salvo Reuben- han emigrado a Sudafricania, llevándose a Gran Negocio, el toro semental. Así que la granja Cold Comfort se ha venido a convertir en una cuidada residencia u hotelito rural, con flores en los parterres y servida por las laboriosas mujeres Starkadder a la espera de que los maridos decidan volver. Mientras que Reuben, cual digno sustituto de la vieja Ada Doom que “había visto algo sucio en la leñera” decide que debe “arar la tierra natal él solito hasta el final” y hace de ello el principio de su resistencia al infortunio.

Flora es requerida por el excéntrico Mybug para la organización de un congreso del Grupo Internacional de Intelectuales y una exposición de Arte Perecedero, ambas a celebrar en Cold Comfort Farm, la vieja granja familiar en la que dieciséis años antes pasó ciertas aventuras.
Pero Flora ya es una señora casada y con cinco hijos, como su primo Reuben, que se ha afincado en unos terrenos cercanos, Ticklepenny, y trabaja él solo la tierra “hasta el final”, sin querer pedir ayuda a sus hermanos. Y más que organizar aquel pandemonium, Flora prefiere recorrer las estancias con reflexiones nostálgicas y algunas descripciones delirantes de las enloquecidas actividades de los artistas, científicos y políticos hospedados en la granja. Incluido una especie de gurú al que llaman el Sabio que sólo pide “paz”, convencido de que todo “es una ilusión”, sentado a la sombra de un árbol.

Lo que Flora se propone, al margen del congreso de lunáticos, es que los Starkadder recuperen la granja y que Reuben y sus hermanos vuelvan al lugar de donde nunca debieron salir, porque “siempre hubo un Starkadder en Cold Comfort.” Para lo que Reuben ha de romper su juramento, como en su momento lo hubo de romper la vieja tía Ada antes de irse a Hollywood.
¿Lo conseguirá? En fin, la historia sigue con ecos del pasado, aunque, en mi opinión, sin la fuerza y la originalidad de La hija de Robert Poste. Divertida, pero menos.

Ariodante

FICHA DEL LIBRO


Título: Flora Poste y los artistas | Autor: Stella Gibbons | Editorial: Impedimenta | Traducción de José C. Vales | Páginas 224 | Precio 17,95€ |

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