Diarios (1862-1919) - Sofia Tolstói

En nuestras manos tenemos una magnífica selección y edición de los Diarios de una gran mujer, una mujer que vivió a la sombra inmensa de un grandísimo escritor: Lev Nikolaievich Tolstoi, su esposo. Sofía Andreievna Tolstaia, de soltera Behrs, (1844-1919) nació en Pokróvskoie, en los Urales; su padre era médico del zar. Acostumbrada a una familia de gran vida social, lecturas, audiciones, teatro, y a una abundante familia, conoció al que sería su marido siendo aún muy joven, de hecho Tolstoi parecía interesado más por una de sus hermanas, Liza, pero posteriormente fue a ella a la que eligió para esposa. LEER MÁS

Casados cuando ella tenía 18 y él 34, Sofía cambió radicalmente de ambiente y de mundo: directamente se fueron a vivir a Yasnaia Poliana, la mansión que su esposo tenía cerca de Moscú. Sofía pasó de la vida ingenua, pura, sencilla con su familia, de sus juegos adolescentes, a vivir con un monstruo sagrado: un hombre tempestuoso, apasionado pero mudable, que la noche de bodas le da a leer sus diarios, dejándola impresionada y asustada por la turbia vida anterior de Tolstoi, que de ese modo auguraba lo que podía esperar de él en el futuro. Efectivamente, su vida conyugal fue tempestuosa. Pero tuvieron trece hijos, de los cuales solo llegaron a adultos ocho. Sofía se dedicó en alma y cuerpo a su familia –es lo que se esperaba de toda mujer- amando profundamente a su esposo, a la vez que odiando sus intemperancias y sintiendo celos constantes de todo aquello que le privaba de su amor y su presencia. Mientras su esposo se dedicaba a su labor literaria y más adelante a sus desvaríos religioso-filosóficos humanitarios, ella sacaba adelante la casa y los terrenos, se ocupaba de asuntos administrativos y de detalles de la edición de la obra de Tolstoi, mientras paría casi un hijo al año y cuidaba de la alimentación física e intelectual de todos ellos, ya que diariamente les impartía clases y vigilaba su aprendizaje elemental.
Casi sesenta años es el tiempo que abarcan los Diarios, de los que cuarenta y ocho corresponden a los años de convivencia con su esposo. Son en realidad, dos diarios: el que va de octubre de 1862 a noviembre de 1910, cuando muere Tolstoi, y el que inicia en 1905 y que dura hasta su muerte, llamado Diarios cotidianos. No hay entradas diarias de todos esos años; incluso hay años que mantienen un silencio completo. De todo ese aún así inmenso bagaje, los editores han seleccionado las entradas que han considerado más representativas de cada etapa, traduciéndolas íntegramente, ampliando con muchas notas a pie de página las posibles ausencias y datos relevantes para entender lo que leeremos.
En los Diarios, sobre todo hasta su menopausia (que viene a coincidir con la muerte de su hijo Vania), en el que se hunde en una profunda crisis psicológica, las anotaciones de Sofía giran alrededor de su esposo y sus hijos. Su esposo, en eterna pugna con ella, unas veces es amable y tierno, otras agresivo e insultante; discuten lloran, gritan, hacen las paces, brota la pasión,...es innegable que ambos se amaron mucho; pero las manifestaciones de ese amor fueron diferentes en cada uno, como por otra parte es natural que así fuera.
Tolstoi tenía una obra vital que realizar: su literatura, y en sus años de vejez, sus ideales pacifistas y religiosos. Lo demás era complementario. En cambio, Sofía tiene como eje de su vida a su esposo, en primer lugar, y a sus hijos, en segundo. Sus hijos son el refugio ante los vaivenes de la relación matrimonial. Pero una vez llegada a la edad en que los hijos son mayores y ya no precisan tanto sus cuidados, y ella misma está harta de todo ello y le apetece vivir otra vida: la descubre por medio de la música, que la salva de la depresión tras la muerte de su hijo Vania. Entonces es cuando Liovochka –como ella le llama cariñosamente- se muestra celoso. Celoso de que por una vez, su mujer encuentre la felicidad –brevísimos momentos felices- disfrutando de algo o con alguien que es ajeno a él y a su familia. Porque Sofía descubre la música de la mano de Serguei Ivanovich Taneiev, un amigo músico con el que se siente a gusto y tranquila, con el que tiene una relación de igual a igual, de modo absolutamente casto y simple, pero sobre el que recae toda la animadversión de Tolstoi, que no le soporta cerca.
Es interesante la entrada en la que cuenta la entrevista que Sofía tiene con el zar, a propósito de levantar la censura y prohibición de una parte de las Obras Completas de su esposo. En ella Sofía insiste ante el zar para que se publique la Sonata a Kreutzer, obra que, según comentan las malas lenguas, trata en realidad de las relaciones matrimoniales de la pareja Tolstoi. Y lo consigue, mientras que su marido la espera, enfurruñado y sin valorar los esfuerzos que hace por él. ¡No puedo evitar una secreta satisfacción –nos dice Sofía- por el éxito que he obtenido al enfrentarme a todos los obstáculos, por habérmelas arreglado para conseguir una entrevista con el zar y por el hecho de que yo, siendo una mujer, haya logrado algo que nadie había logrado!(pág. 214).
A partir de una determinada época, en la que Tolstoi frecuenta a grupos de seguidores que le utilizan para fines religioso-políticos, la casa se les llena de personajes a cual más extraño y conflictivo, por lo que el ánimo de Sofía se ve perturbado por estas invasiones periódicas que sufren en Yásnaia Poliana, sobre todo cuando se crea una escuela en los alrededores y Tolstoi tiene una relación muy estrecha con Chertkov, personaje al que Sofía odia profundamente, por la influencia que descubre sobre su esposo. Estos sentimientos se ven reflejados en las entradas del diario, y la vemos sufrir y tratar de alejar de allí a aquella gente, sin éxito. Los oscuros, como les llama en su diario, constantemente siembran cizaña entre ella y Liovochka, entre ella y sus hijos, haciéndola quedar como culpable de todo: culpable de llevar el peso de la casa, de la hacienda, de la administración, del patrimonio.
Finalmente, la huida de Tolstoi, y su muerte en aquella perdida estación sin que le dejen acercarse a él salvo cuando ya es irremisible, la hunde en un pozo del que no quiere salir, quedando marcada para siempre. Las entradas de los siguientes diarios, años después, son breves y concisas. Ya no aparecen las largas parrafadas de antes, sus dudas y temores, sus ansiedades y sus alegrías frente al esposo siempre fluctuante. Sus últimos años son continuas batallas para recuperar parte de los derechos sobre la obra tolstoiana de las rapiñas de los oscuros y de algunos de sus hijos, con los que tiene verdaderas polémicas que le amargan la vejez, sobre temas patrimoniales, principalmente. Sus continuas estancias en Yásnaia, la administración de la casa, la preocupación por el futuro de aquel querido paraje donde yacen los restos de su esposo, a la vez que observa con inquietud los movimientos revolucionarios y la inestabilidad social de esos años previos al estallido. Deriva lentamente hacia la senectud, despidiéndose poco a poco de todo y de todos hasta su muerte.

Ariodante
Enero 2011

FICHA DEL LIBRO

Título: Diarios (1862-1919) | Autor:Sofia Tolstói | Editorial: Alba | Páginas: 680 | Precio : 32€

Comentarios

Isabel Barceló Chico ha dicho que…
Interesantísima reseña que hace muy apetecible la lectura de esos diarios. El elevado número de páginas y el precio es lo que menos me gusta... Con todo, creo que las compraré.
Rodrigo ha dicho que…
Difícil tarea sin duda, ser la esposa de un hombre como Tolstoi. Quien, a propósito, decía detestar la música aunque en el fondo le profesaba una mezcla de fascinación y pavor. Oír música era una experiencia que lo pillaba con la guardia baja y atrapaba todos sus sentidos.

Excelente reseña, Ario. Estaré atento a la aparición del libro por estos pagos.